Escrit en un moment de molta tristesa, molt dolor i pessimisme...
Muertevida
viviendo muerte
La muerte se despide de nosotros. En un mundo
negro lleno de desesperanzas nos rechaza hasta la mismísima muerte. El gran
poder de la naturaleza. Nos ve y huye. Sin guadaña. Flotando en el aire. Es
tarde para todo, para vivir y morir. Una muerte ahuyentada lo bloquea todo.
Nada es posible. Ni vivir ni morir. Y todavía menos, existir. Desvanece todo
sentido. La muerte es la única irremplazable. Su ausencia es la ausencia de
todo lo posible. Es el principal atributo de la vida. Su fuerza en aniquilarlo
todo es lo que hace que todo cuanto exista pueda ser. Sin muerte no hay ser.
Sin muerte nada es viable. Es lo único que equilibra cualquier mundo. La
hacedora que deshace la vida. Paradójicamente, existe a pesar de ser lo que produce
inexistencia. Su condenación es vivir eternamente rodeada de sí misma matando,
existiendo sola y erigiendo la torre de las sombras, agonizando. Es la tiniebla
que lo arrasa todo. Se destinaría morir, pero aún así no habría nada. Cada paso
es más y más destrucción sembrada para que no brote absolutamente nada, ni la
planta de la inexistencia. Lo único que nacerá serán sombras y tinieblas. Y la
suya propia, que no existe. Su maldición es maldecir la vida en un mundo
maldecido maldiciéndose. Se abstiene de todo para la vida. Malvive persiguiendo
la vida, la esperanza, el nacer, la lucha. Su placer es conquistar el palacio
del placer que obtiene la vida al reinar cuando no observa. Su placer es quitar
placer. Y su odio es la vida. Su vida muere. Mata. Ata grilletes a los pecados
vivientes sembrados en la tierra donde ara su perdición absoluta, eterna y
condenatoria de sus desolados crímenes justicieros.
La luz escapa permanentemente a la muerte,
pero huérfana de vida. El pesar mortal la persigue sin descanso fracasando al
más mínimo destello luminiscente que sobrevive sucediéndose una y otra vez para
que su antecesor sea agarrado por el maldecidor viviente asesino. Su crimen fue
vivir. La escapatoria de la vida es rendirse, someterse, perecer ante ella. La
amenaza es constante, y el alimento de la muerte, la vida, es continua para que
pueda proseguir nutriéndose insaciablemente.
La vida y la muerte son eternas
contrincantes. Mientras una se reproduce una y otra vez, la muerte la marca con
su guadaña al más mínimo roce. La vida es una línea delgada, y la muerte todo el
grueso exterior. Rodeada, subsiste y perece para regenerarse y morir. La muerte
aparece donde hay vida para exterminarla. Su ser es condicionado, podrá lucir
si se apaga. La tortura es vivir, no morir; morir ya no mata, vivir siempre
arriesga a esto, pero es un valiente guerrero que sabe que caerá en el campo de
batalla. Yacerá sutilmente bajo tierra. La muerte solo es superada por lo que
es mayor que si, su padre, el vacío. Este la llena completamente para erigir
desaparición por doquier. Cuando el vacío la engulla, ocupará su lugar sin
apoderárselo, entonces, se despedirá de nosotros, tantos inexistentes como
tantos inocentes. Caerá su guadaña encima de nada y todo lo que no fue dejará
de ser para no existir ni haber existido… jamás: el terror, el temible terror,
que nadie ya teme.